1 ¡Maestro, se encrespan las aguas,
y ruge la tempestad!
Los grandes abismos del cielo
se llenan de obscuridad.
¿No ves que aquí perecemos?
¿Puedes dormir así,
cuando el mar agitado nos abre
profundo sepulcro aquí?
Estribillo:
Los vientos, las ondas oirán tu voz,
"¡Sea la paz!"
Calmas las iras del negro mar,
las luchas del alma las haces cesar;
y así, la barquilla do va el Señor,
hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple tu voluntad,
sea la paz, sea la paz.
Tu voz resuena en la inmensidad:
"¡Sea la paz!"
2 Maestro, mi ser angustiado
te busca con ansiedad.
De mi alma en los antros profundos
se libra cruel tempestad.
Pasa el pecado a torrentes
sobre mi frágil ser.
Y perezco, perezco, Maestro;
¡oh, quiéreme socorrer! [Estribillo]
3 Maestro, pasó la tormenta;
los vientos no rugen ya.
Y sobre el cristal de las aguas
el sol resplandecerá.
Maestro, prolonga esta calma;
no me abandones más.
Cruzaré los abismos contigo,
gozando bendita paz. [Estribillo]
Source: Libro de Liturgia y Cántico #554